La habitación de una niña. Ana (la niña) está metida adentro de la cama, tapada. Clara, una mujer joven, sentada a los pies. Hay algunos muñecos y juguetes, un escritorio, paredes blancas.
Clara: No sé si soy buena contando historias, pero lo
voy a intentar. Así te quedás dormida. No me mires con esos ojos de loca.
Ana: No son de loca.
Clara: ¿Qué son?
Ana: Abiertos, sin sueño.
Clara: Estás haciendo fuerza para tenerlos
abiertos. Te vi cabeceando recién, cuando mirabas la tele. Tenés que dormir, no
hay otras opciones.
Ana: Pero tía, no se puede dormir obligada. Si
algo te retiene: un pensamiento, una imagen, o algo que no es ni una cosa ni la
otra, algo raro, ¿cómo hacés? ¿Nunca sentiste algo que no sabés qué es, en el pecho
y en el cerebro al mismo tiempo?
Clara: Creo que es ansiedad. Me pasa todo el tiempo
porque sufro de insomnio, no sabría aconsejarte.
Ana: Sos un desastre, ¿qué vas a hacer cuando
tengas hijos?
Clara: No todo el mundo tiene que tener hijos.
Ana: No creo que pienses eso de verdad. Igual,
tenés razón. El otro día me encontré a mi misma pensando “cuando sea maestra no
voy a tener por preferidas a las alcahuetas” y después me di cuenta de que no
necesariamente tengo que ser maestra. No sé por qué, por un momento pensé que
el orden de la educación obligatoria era ese: primaria, secundaria, maestra…
qué raro, ¿no? Me alegra que haya otras opciones, no sé si voy a querer ser
maestra
Clara: Eso es lo que yo digo, es bueno que haya
opciones
Ana: No es lo mismo, pero bueno, en fin. Vos
contame y yo me duermo así te sentís buena madre.
Clara: Está bien. Te hago una aclaración antes. Si
alguien me cuenta una historia a mí, por ejemplo, me gusta cerrar los ojos para
imaginarme todo. El problema es que de tan metida que estoy en la imagen, me
pierdo de lo que les pasa a los
personajes. Puede ser que me pase lo mismo al contarte la historia. Vos avisame
si me estoy yendo por las ramas.
Ana: Ah, sos medio boluda…
Clara: ¡A ver, la chiquita! ¡Se cree que tiene quince!
¡Se quiere pintar los labios con rouge! Hagamos esto: contame una historia vos
así yo me quedo dormida y te podés ir
con amigas a una fiesta.
Ana: Perfecto, las hago a pedido y no me voy por
las ramas. Decime un tema que te interese.
Clara: Perritos.
Ana: Había una vez un perrito pequeño y simpático
que tenía el hocico de diamante. “¡Oh!, ¡el hocico de diamante será nuestra
perdición!”, decía la madre perra al padre perro, “¡alguien lo descubrirá y lo
querrá poseer, meterlo en un museo, exhibirlo en el living como un trofeo.”
Clara: Genial.
Ana: No es genial, es terrible. Termina que un encapuchado
le arranca la nariz para venderla. En el medio hay un accidente de auto de dos
gemelas: una lo quiere para ella, para tenerlo junto a sus otras mascotas y
peluches y ponerle trajes, con sombreritos y botitas muy estúpidas. La otra quiere
hacer negocios con el tipo encapuchado y está dispuesta a cualquier cosa.
Clara: Vos sos esa, la brava.
Ana: No, nena. Yo no soy ninguna de las dos. Primero,
es ficción. Segundo, odio los ositos y la gemela tonta tiene una colección
GIGANTE. Tercero, nunca jamás en mi vida le pondría ropa a un animal. Cuarto, y
está de más decirlo: no soy una asesina. Listo, terminó. Ahora te toca a vos.
Clara: ¿Ya está?
Ana: ¡Sí, ya está! ¡A vos!
Clara: Ok. ok. A ver. Resulta que había una vez una
chica que caminaba por la montaña. La montaña era grande como una madre. La
chica estaba yendo a llevarle unas cosas a su abuela, que vivía en la montaña.
Ana: Ya conocemos esa historia.
Clara: No, no es esa historia. La chica, pongámosle…
¿Teresa? ¿Margarita? ¿Clavel? ¿Dominga? Pongámosle Margarita, por ahora.
Margarita Clavel. Decía, Margarita está cansada y se tira a dormir en una zona
de camping. Cuando despierta, el cielo cambió de color. Ahora está azul
eléctrico. Mira a su alrededor…
Clara: Ajá…
Clara:…y no hay nada
Ana: …
Clara: No, no hay nada. Está por asustarse de estar
sola, en el medio de la nada, de noche, pero el paisaje es tan fascinante que
empieza a llenarse de una emoción para la que no tiene nombre. Como lo que te
pasa a vos cuando no te podés dormir. Y arriba de todos esos sentimientos
extraños, en la parte más alta de su cabeza, se siente feliz. Su corazón late
fuerte cuando mira las estrellas, brillantes como ojos de lechuzas. El viento mueve
el pasto y Margarita se pregunta si lo que escucha es el sonido del viento o el
sonido del pasto. Y también a ella se le mueven los pelos. ¿Te dormiste?
Ana: No sé si me dormí o me fui por las ramas. Seguí.
Clara: ¿Dónde te quedaste?
Ana: En… no sé. Me acuerdo la sensación pero no
tanto lo que pasaba. ¿Que la chica se tira por el precipicio de la montaña?
Clara: …Sí, y casi se cae pero al final agarra
vuelo porque recuerda que cuando era chica una maestra bruja le enseñó a volar…
Ana: ¡Ah, no! Y lo de que Margarita se va por las
ramas, eso fue lo mejor.
Clara: ¿Cómo es?
Ana: ¡Eso, que el árbol la llama! Y ella no puede
ver de dónde sale su voz, entonces empieza a trepar y entonces justamente “se
va por las ramas”. Muy gracioso.
Clara: Ah, sí, y tiene que seguir trepando y
trepando.
Ana: Tía, ¿dormirse es irse por las ramas?
Clara: Sí.
Ana: Entonces no es tan malo.
Clara: Era nuestro objetivo original.
Ana: Ah.
Lucía Panno
Nació en Buenos Aires en 1982. Es dramaturga, directora y docente.
Realizó el Curso de Dramaturgia en la Escuela Municipal de Dramaturgia (EMAD), estudió actuación y dirección con Nora Moseinco, entre otros. Realizó talleres de poesía, escritura teatral y narrativa orientada a la literatura infantil.
Escribió y dirigió la obra Rocío (o el paisaje) que formó parte de los ciclos Panorama en Work in Progress en 2008 y Óperas Primas en 2009, ambos del Centro Cultural Rojas, e integró la Programación Nacional del VII Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA).
En 2011 dirigió, con el grupo Juliana Surrealista, las piezas breves El esternón es un músculo, Aeropuerto y La niña sin corazón, estrenadas en Club Cultural Matienzo.
En 2012 estrenó Una Experiencia, en el teatro El Camarín de las Musas, obra que dirigió y escribió.
Desde 2009 coordina talleres de escritura creativa y de dramaturgia. Actualmente es docente de talleres de Escritura y Teatro Leído para el Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación de la Nación.
Contacto: luciapanno@gmail.com
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